martes, 23 de marzo de 2010

Una corta entrada conocida



Me gusta lo involuntario que puedes llegar a ser de la rodilla a la agilidad de un dedo.


Me gustan mis dedos...


se enredan con tanta facilidad que no logras ver cuando me he convertido en sirena y te envuelves a...


Me desagrada tu voluntad de ser metal pesado, logras atravesar cada extracto de cuerpo y no te puedo dejar de amar, no lo dejas de hacer.


que raro es saber que ni siquiera la habitación esta aqui...


mis huesos pierden su propiedad, vuelven a ser huesos y tu me miras como si no fuera real, nunca llegue a la tierra ,me detengo y te saludo.



-¿perdon?, no la conozco señorita

jueves, 4 de marzo de 2010

El beso

Recuerdo la primera vez que te mire a los ojos, mamá me había prohibido ver televisión porque no quise darle un beso a la abuela. Yo salí al jardín

con ganas de huir de casa, pero a esa edad no entendía mis ganas de huir, solo las sentía, entonces simplemente caminé hasta la pelota de futbol desgastada que se asoleaba a medio jardín y pensando que estaba en un partido muy importante y que este sería el gol que me haría famoso,

pateé la pelota con fuerza, ahora que lo recuerdo como si quisiera hacerla desaparecer para siempre, pero en lugar de desaparecer fue a dar hasta tu cara;

cuando la pelota te golpeó mis ojos no sabían a quien seguir, si a la pelota que se elevaba hacia el sol o a ti que caías como si el golpe te hubiera restado peso. Cuando las dos terminaron de caer vi como mi pelota cruzaba la calle rodando y se detenía junto a una coladera por la que en lugar de agua se filtraban pedazos de infinitos tipos de papel; en cambio tu caíste y ahí te quedaste, sin moverte, tirada.


Primero pensé en correr a casa lo más rápido posible y fingir haber estado ahí todo el tiempo para que no me castigaran más, pero la idea que se reprodujo casi al mismo tiempo de que podías estar muerta me dejó paralizado. Yo te había matado, y al instante imaginé a la policía arrestándome con esposas brillantes y apuntando mi cabeza con alguna pistola como en las historietas de vaqueros y mujeres desnudas que papá escondía bajo el colchón y que yo hojeaba cuando ellos se iban al mercado.


Comencé a caminar, las piernas avanzaban temblando, lo que yo más quería en ese momento era volver a casa y hacer como si nada, lo juro, pero era como si mi cuerpo se hubiera desconectado de mi mente y desobedeciendo a mi miedo avanzaba sin detenerse hasta conseguir llegar a tu cuerpo.


No te movías, me agaché a tu lado despacio y sin tocarte, después con cuidado recargue mi oreja en tu estómago intentando escuchar dios sabrá qué, yo solo quería saber si estabas viva, pero no se escuchaba nada y tu no te movías, estabas muerta, lo juro.


Después sólo me quedé en cuclillas, esperando que los gusanos me confirmaran que estabas muerta, la abuela una vez me había dicho que cuando una persona se moría los gusanos se la comían, y de nuevo me agaché, ahora para mirar si los gusanos no salían por tus oídos, pero nada, no había gusanos por ningún lado.


Mirando tu oreja, me encontré con decenas de puntitos color café, más tarde supe que se llamaban pecas, pero en ese momento solo eran puntitos que me guiaron hasta tu nariz, yo nunca había mirado a una niña tan cerca, y menos a una niña con puntitos regados por toda la cara, mis dedos apenas se acercaban a tu rostro para sentir los puntitos cuando tus pestañas comenzaron a moverse, como si alguien les estuviera haciendo cosquillas y poco a poco se fueron separando.


Y no, definitivamente tampoco salieron gusanos de tus ojos que me indicaran que estabas muerta, en tu par de ojos sólo había un par de canicas, mis dedos pasaron de querer sentir aquellos puntitos a querer sacar esas canicas tan bonitas que presumiría a todos mis amigos. Cuando toqué una de las canicas, el muerto pude haber sido yo, pues gritaste tan fuerte que el corazón se me fue directo al estómago y entonces salió tu mamá de no sé donde y se acercaba corriendo y gritando cosas, cuando llegó te levantó en sus brazos mientras me gritaba palabras que no llegaban hasta el lugar que deben llegar para que uno las entendida y tu llorabas, hacías agua mis canicas.


Ahí, viendo como se iban tú, tu mama y mis canicas, yo me sentía triste pues creía que nunca podría jugar con las canicas más bonitas que existían: tus ojos, que ahora, por segunda vez vuelvo a mirar, antes de besarte.

martes, 2 de marzo de 2010

Soluciones Matemáticas

Imagina a una chica cubierta de lluvia
avanza a una habitación que de tan oscura
se aprecia la luz encendida
¿Que debe hacer ahora?
Si la proximidad entre el cigarro y la ventana es infinita
Pendo de un hilo,
porque me amarro una y otra y otra vez
una y otra y otra vez
más uno
una y otra vez
No recuerdo...
¿era el ovillo?
Un niño de estatura mediana, corre una distancia indescriptible
del jarrón a la cocina
se cree ha ganado la serie mundial
ya que mientras corria no podia ver sus pies
la pregunta
¿cuantos niños se dejan del jarrón a la cocina?