jueves, 24 de marzo de 2011

¡Cuánta razón!



Llevaba días con un fuerte dolor de cabeza, había visitado varios médicos, todos le recetaban lo mismo: dos aspirinas y el dolor disminuiría. Pero el dolor no cesaba. Visitó incluso a un homeópata que le dio una gran cantidad de frascos repletos de chochos azucarados, podía tomarse los frascos enteros que dejaban un tenue sabor a alcohol en la lengua, pero el dolor de cabeza permanecía. Hacía latir su cien derecha como si el cerebro intentara escapar.

Si su cerebro intentaba escapar quizá dejar de pensar sería la solución, el cerebro aceptaría la tregua y descansaría feliz. Pero tampoco funcionó, solo consiguió reproches de sus amigos y familiares que no aceptaban que alguien dejara de pensar así como así.

Una mañana mientras salía de bañar escuchó su nombre, inclinó la cabeza, miró al suelo y se agachó hasta colocar su oreja sobre el suelo, pues creyó que aquella voz que conocía su nombre provenía del suelo. Y entonces, solo entonces, de su oreja se deslizó suavemente una pequeña pelusa. Blanca como una nube de día bonito. La pequeña pelusa blanca rodó sobre el suelo en busca de alimento. Heno quizá. Porque todos sabemos que el heno es dulce.

La pelusa rodó durante varias horas, mientras la cabeza seguía pegada al suelo, esperando que éste repitiera su nombre, pero como la puerta del baño se había quedado abierta, la pequeña pelusa blanca rodó hasta la coladera y se fue directo al caño.

Pasaron días enteros y la cabeza seguía con la oreja pegada al suelo esperando volver a escuchar su nombre, y el cuerpo, que había estado todo este tiempo unido a la cabeza y en una posición bastante incómoda comenzó a cansarse y poco a poco se fue separando de la cabeza. El cuerpo quiso volver a la vida que tenía antes del dolor de cabeza, la pelusa blanca y la cabeza con la oreja pegada al suelo; así que decidió marcharse y olvidarse de la cabeza. 

De vez en cuando el cuerpo pasaba junto a la cabeza y la miraba con lástima, pues a leguas se veía que la pobre cabeza había perdido la razón.