jueves, 6 de agosto de 2009

Batiborrillo narcoléptico

[a Candy, con C]


El Dr.Blake, quien hace un par de días portaba encima un traje de etiqueta recién salido de la tintorería, ahora camina entre escombros, su cuerpo vacilante intenta mantenerse de pie, no ha comido y la deshidratacion le provoca constantes desmayos, pero Blake, Dean Blake se ha empeñado en encontrarla.


Atraviesa lo que era el salón de estar, con la mano derecha intenta detener la sangre que brota de su brazo izquierdo, herida ocasionada al caer sobre los restos de un vitral debido a un desmayo; sujeta el brazo dando la impresión de que si lo suelta este se caerá como el de un muñeco roto.


Camina prácticamente arrastrando los pies y es que otro en su lugar apenas tendría fuerza para lanzar sus últimas suplicas agonizantes, pero cuando Blake tiene algo en la cabeza es difícil hacerlo cambiar de parecer y aunque por su apariencia física nadie creería que es capaz de encontrarla, Blake sabe que cuenta aún con tiempo suficiente.


El Dr.Blake camina mientras la fría noche transcurre, bajo la luz de la luna y sobre escombros que esconden cadáveres de personas que no contaron con el mismo nivel de obstinación con el que Dean Blake cuenta. Agotado se sienta sobre una caja de dinamita y piensa acerca de los cadáveres. 

Piensa y después de unos minutos llega a la conclusión de que muy probablemente bajo los escombros podría encontrar gente aún viva, su deber es escarbar hasta encontrarlos y ayudarles.


Pero el Dr.Blake está consciente de que por más que lo intente no le quedan las fuerzas necesarias para todo lo que esto requiere y no tardará en caer muerto y a decir verdad lo último que quiere en la vida es encontrarla, pero no sabe donde, no sabe como, no sabe que camino tomar para llegar hasta ella, lo que es igual a morir lentamente.


Blake está solo, con la ropa húmeda y rasgada permitiendo el paso del frío hasta sus huesos, con el brazo izquierdo deshecho, con las piernas sosteniendo un cuerpo casi muerto y con una mente perturbada que no le permite organizar sus prioridades. 


Solo, perturbado y sentado sobre una caja de dinamita abandonada que nunca estallará, Blake toma aire y lanzando un quejido casi imperceptible se pone de pie, avanza dos pasos y cae al suelo, el marasmo de su cuerpo y mente se hacen notar y cae. Una vez en el suelo, tendido pero aún consciente, no quiere abrir los ojos, finge estar muerto pues quizá solo de esta manera podría olvidarse de sus pensamientos, Dean Blake se resiste a abrir los ojos hasta que de golpe siente que le han arrebatado la soledad así que asustado pero no sorprendido los abre lentamente.


El Dr.Blake abre los ojos lo mejor que puede y estos se encuentran con un gran charco y sobre este, reflejado una silueta; levanta la mirada de inmediato para asegurarse y ahí está, real, frente a él. La ha encontrado. 


Sería propio decir que ella es quien lo ha encontrado a él, pero ella ha llegado ahí por simple casualidad, es probable que aún no se haya percatado de que a sus pies, tendido, está él, quizá lo confunde con uno de los cadáveres que tanto abundan entre los escombros, en cambio él la ha estado buscando y por fin la ha encontrado.


De pronto siente como la punta de un objeto atraviesa desde su espalda hasta su pecho y vuelve a dejarse caer, lentamente, dejando ver en su rostro una expresión agonizante propia de un dolor intolerable.


Cuando Dean despierta mira a su alrededor, y confundido puesto que se encuentra en un lugar que ya no conoce, de inmediato se siente aprisionado por las cuatro paredes que lo rodean y al borde de la cama en la que reposa, hay una ventana que permite el paso de la luz del sol; hacia tanto tiempo que no percibía la luz del sol, a su izquierda, se encuentra otra cama, vacía, Blake ya no pretende entender nada y con la mirada fija en el techo se da cuenta que ya no es él, que ahora, ya forma parte del sueño de otro.