martes, 11 de agosto de 2009

A mi Amado, Buen Padre, Buen Hijo, Buen Polvo.

Voy camino al funeral, dispuesto a velar un poco de césped y cenizas. No sé cómo, pero a tu gente se le ocurrió que sería un buen detalle enterrar cenizas, el cuerpo eras tú y sin embargo una vez más te les has escapado.

Tan respetables, amorosos e incluso bohemios. Ahora, al fin puedo ver que mi calma es inmaculada, casi hiriente y soy feliz.

Ahora la calma…caída y pletórica que poco a poco, poco a poco sube de tono conforme supero ese ramaje y veo al fin el sequito de tu entierro.

El mármol donde honrosos te elevan en sus hombros esta apolillado, tu gente también y créeme no tanto por tu muerte como por pensar en que tan decorosos serán en la propia.

Hablando de mármol recuerdo como caminabas sujeto con una jeringa para ser más precisos caminabas con una jeringa bajo el brazo, te transportabas solo con ese objeto por la ciudad y sonreías sin siquiera usarla.

Ya lo decía, Poe y ese de Wilde, los objetos siempre serán los de las relaciones estables, me dice más que tipo de shampoo usas que tú visita número 10 con el psicólogo.

¿Para todo esto, porque el recuerdo del funeral será más mío que tuyo?, ahh si recuerdo, tu eres el de la caja.

Te dejan en la tierra, a por debajo yaces ahora todos lo saben y solo esperan el momento en la mente tenga un reflejo restructurante, yo por el momento sonrió, sin siquiera usarme.