jueves, 31 de diciembre de 2009

La cama con alas

Un hombre, un hombre que mira, un hombre que mira con cara de odio, un hombre que mira con cara de odio un cuaderno puesto sobre las rodillas, un hombre que mira con cara de odio un cuaderno puesto sobre las rodillas y sentado en la banca de un parque. Mira, solo. 


Un niño, un niño que llora, un niño que llora frente al espejo, un niño que llora frente al espejo mientras ve el reflejo, un niño que llora frente al espejo mientras ve el reflejo de quien quiere despedirse de sí mismo, un niño que llora frente al espejo mientras ve el reflejo de quien quiere despedirse de sí mismo y no puede. Llora, no puede.


Un anciano, un anciano demente, un anciano demente que aprieta una y otra vez un pato, un anciano demente que aprieta una y otra vez un pato de goma que silba. Demente, silba. 


Corre a una cueva, en la colina más alta que encuentres, enciérrate. Siéntete desdichado al comprender los sentimientos más profundos que abundan en el ser humano. Esto si estás perdido y te preguntas cómo llegar a donde vas. Si es que vas.


No le importó que nadie supiera de su existencia, hasta que comenzó a sentirse sólo y creo al ser humano.