jueves, 16 de abril de 2009

Piedras, ramas, squash y pastelillos

Había una vez un niño, al que le gustaba mucho jugar football americano, pero como no era bueno, nunca lo escogían para jugar y siempre se quedaba en la banca esperando. 
En las gradas había una niña que siempre iba a los juegos, no le gustaba el americano, pero a su papá si y él la llevaba, así que no los veía y prefería jugar con flores que cortaba antes de entrar al campo. 

Una tarde el coach le dijo al niño que ese día tampoco iba a jugar, porque iban ganando y llevaban un excelente juego y si lo dejaba jugar el iba echar a perder todo, porque era un perdedor iluso que mejor debería jugar squash, el niño no dijo nada y se quedó ahí sentado esperando.

Esa misma tarde la niña antes de asistir al juego le dijo a su papa que no quería ir, que quería quedarse en casa para cocinar pastelillos. Pero su papá le dijo que eso era cosa de mujeres y que ella apenas tenía 8 años. Que a esa edad todas las niñas iban al juego de football. Que además no la iba a dejar sola en casa. Que si su mama siguiera viva que entonces la dejaría con ella, pero como se había muerto pues no la podía dejar ahí sola. Entonces la niña se enojó y se fue corriendo, pero su papá la alcanzó y se la llevó al juego.
Cuando acabó el juego, el papá de la niña se quedó a comer hotdogs, entonces la niña, pensando que éste era un papá además de tragón, torpe; aprovechó para esfumarse y salió a la parte trasera del campo por unas flores.

Mientras tanto el niño ya había salido de los vestidores pero aún traía su casco puesto para que no muriera si lo golpeaban sus compañeros. Fue a la oficina para renunciar al football americano y dedicarse al squash como le había dicho su coach. Después de hacer todos los trámites para el cambio de deporte salió al pasillo, y estando ahí recordó que mientras corría a los vestidores se le había caído su protector bucal en la parte trasera del campo, entonces camino hacia allá con la solicitud de squash en la mano.

Al salir a la parte trasera, vio a la niña cortando flores y la niña vio al niño con una solicitud de squash en la mano. Ambos se ignoraron y continuaron con sus actividades, ella de cortar flores y el de recoger su protector bucal, que por cierto nunca había usado adecuadamente, solo lo utilizaba para morderlo mientras se aburría en la banca.

De pronto una bola de luz color verde que flotaba a mitad de campo distrajo la atención de los niños, quienes por exceso de imaginación creyeron que era una especie de bola mágica, así que ambos corrieron para atraparla. La niña, que creía que la bola mágica era un hada que la convertiría en una hermosa mujer que hornearía los pastelillos mas deliciosos del mundo, corría más rápido que el niño, ahora jugador de squash, quien mientras pensaba que seguramente sería un genio que le concedería un deseo, entraba en conflicto, porque no sabía si pedirle un carro de bomberos o un gran patín.

Para llegar a la bola de luz verde había que correr unas 100 yardas, y aunque la niña corriera más rápido, el niño tenía piernas más largas por lo que ambos estaban a la misma distancia de la bola de luz verde.

Al tocarla, la bola de luz verde manifestó un gran destello que iluminó todo el campo y duró varios segundos, después toda la luz provocada por ese destello fue absorbida por los cuerpos de ambos niños, que ahora estaban convertidos en dos grandes y feroces alienígenas dispuestos a gobernar a todo el reino animal y a convertir a todos los humanos en cosas útiles como piedras y ramas, claro, menos al coach que jugaría squash todo el día y al papá de la niña que hornearía los pastelillos mas deliciosos del mundo.

Fin