jueves, 11 de junio de 2009

De lo relativo a lo estoico

Esta es la historia de un hombre. Un hombre que solo miraba. 

Calla. 

Parece exiliado para siempre en un mundo inexorablemente remoto. 


Calla. Pero cuando habla sus frases son cortas, inconclusas pero siempre pertinentes.


El pensaba, que amar lo convertiría en un hombre solitario. Así que sólo miraba. Una mirada que no toma sino que recibe, en el silencio más absoluto de la mente. Mirada maravillosa que es ver sin preguntarse nada. 


Sin darse cuenta que era una muerte la que el aparentaba. Miraba. Mirada para la que mirar ya es una palabra demasiado fuerte. 


Ver y basta. En el silencio más absoluto de la mente. 


- Ya te he dicho, emparedar el propio sentimiento es correr el riesgo de dejarse devorar por él, desde adentro, por caminos vagos e insensatos. Ahora dime, ¿cómo estás?

- Harto

- ¿De qué?

- De todo


Harto. De todo. Harto. De todo. Harto. De todo. Harto. De todo. Harto. De todo.

En el silencio más absoluto de la mente.

Ver y basta.