María, que creía con fervor en el destino, siempre ha tenido como obsesión seguir supuestas señales enviadas por aquél ser divino específicamente para ella que le revelan el camino que debe seguir, su destino.
Y así, guiada por las señales divinas hacia su destino y decidida a encontrarse con aquél que podría ser el hombre de su vida, María recorrió la ciudad toda la noche, desenrollando hilo blanco trazando un camino por todas las calles por las que caminaba.
Era la noche de un lunes, en invierno, a pesar de ser inicio de semana las calles por la noche estaban vacías, casi abandonadas, el frío hacia que uno se lo pensara bien antes de poner un pie afuera. María, que al parecer había salido cegada por aquel sentimentalismo, que normalmente como a todos les ciega, no se preocupo por cubrirse lo suficiente, por lo que obviamente más tarde sintió más que nunca la presencia del frío. Por un momento pensó en volver a casa por algo más para cubrirse, pero no lo hizo.
María sintió que él era, que él debía ser el hombre de su vida, así que pensó en un plan; María iría directamente a la mesa de José, le preguntaría su nombre y lo que lee, si todo cuadra con las supuestas señales del destino, entonces María le propondrá lo siguiente: ella dejará una nota en las escaleras de la entrada en la que estará escrito algún punto de reunión, si el viento no se lleva consigo la nota, entonces José deberá asistir la mañana siguiente a ese punto de reunión; en ese punto de reunión José deberá buscar un hilo blanco y seguirlo hasta su fin, si donde el hilo blanco termina se encuentra María, entonces pasarán el resto de su vida juntos, amándose.
I
– Hola
– Hola
– ¿Puedo sentarme?
– Sí claro, adelante
– Mi nombre es María
– José
II
– ¿Qué lees?
– La vida de María
III
– José... ¿crees en el destino?
Y así es como llegamos nuevamente con María, desenrollando el carrete de hilo blanco por toda la ciudad, evitando cruzar avenidas en las que suelen haber embotellamientos y charcos. Mientras camina, María imagina a José llegando al final del hilo blanco, sonriente, y ella esperándolo ahí, dispuesta a entregarle su vida. María, que nunca se había enamorado cree estarlo haciendo mientras desenrolla el hilo blanco.
Lo que María no supone, es que por la mañana, antes de que José llegue al punto de reunión, pasará a comprar una flor para ella, y al sacar el dinero de su bolsillo se le caerá la nota en la que está escrito el punto de reunión, José al darse cuenta, rápidamente se agachará a recogerla, pero un hombre que carga cajas en su hombro, no se dará cuenta y caerá sobre el. Las cajas que llevan botes de pintura, caerán sobre la ropa de José que terminará coloridamente sucia, así que José volverá a su casa para cambiarse y mientras lo hace sonará el teléfono, será su padre. Su madre ha muerto envenenada. José tendrá que partir inmediatamente al otro extremo del país sin poder avisarle a María.
María esperará toda la mañana y parte de la tarde al final del hilo blanco, cuando esté convencida de que José no llegará, seguirá de regreso todo el camino que traza el hilo blanco, para mirar si había ocurrido algún desperfecto, aún tendrá esperanzas de encontrar a José al final del hilo blanco, otro final, ya que habría muchas probabilidades de que accidentalmente alguien cortara el hilo blanco, creando así mas finales.
María triste volverá a casa, a prepararse un té y a mirar televisión, las noticias quizá.
José, que no podrá sacarse de la cabeza el haber preferido a una muerta que a una viva, regresará y buscará a María por toda la ciudad.
Pero María pronto lo habrá olvidado.