jueves, 2 de julio de 2009

Jesús, María y José

María, que creía con fervor en el destino,  siempre ha tenido como obsesión seguir supuestas señales enviadas por aquél ser divino específicamente para ella que le revelan el camino que debe seguir, su destino.


Y así, guiada por las señales divinas hacia su destino y decidida a encontrarse con aquél que podría ser el hombre de su vida, María recorrió la ciudad toda la noche, desenrollando hilo blanco trazando un camino por todas las calles por las que caminaba. 

Era la noche de un lunes, en invierno, a pesar de ser inicio de semana las calles por la noche estaban vacías, casi abandonadas, el frío hacia que uno se lo pensara bien antes de poner un pie afuera. María, que al parecer había salido cegada por aquel sentimentalismo, que normalmente como a todos les ciega, no se preocupo por cubrirse lo suficiente, por lo que obviamente más tarde sintió más que nunca la presencia del frío. Por un momento pensó en volver a casa por algo más para cubrirse, pero no lo hizo.

Si María hubiera vuelto a casa, entonces probablemente no estaría ahí, retorciéndose de frío, desenrollando hilo blanco por toda la ciudad. El asunto era este: María había conocido a José en la biblioteca, mientras ella leía un libro de cuentos que había encontrado en la mesa en la que se había sentado, este libro estaba abierto en un cuento titulado Marianina, que trataba sobre una niña que se alimentaba por los oídos, escuchando, pero que más tarde se quedó sorda y murió por inanición. 
María miró la hora, las cuatro en punto, al levantar la cabeza encontró a José, sentado justo cuatro mesas delante de ella, – las cuatro de la tarde cuatro mesas delante – pensó. José, que leía documentos de la biblia, analizaba la vida de María.

María sintió que él era, que él debía ser el hombre de su vida, así que pensó en un plan; María iría directamente a la mesa de José, le preguntaría su nombre y lo que lee, si todo cuadra con las supuestas señales del destino, entonces María le propondrá lo siguiente: ella dejará una nota en las escaleras de la entrada en la que estará escrito algún punto de reunión, si el viento no se lleva consigo la nota, entonces José deberá  asistir la mañana siguiente a ese punto de reunión; en ese punto de reunión José deberá buscar un hilo blanco y seguirlo hasta su fin, si donde el hilo blanco termina se encuentra María, entonces pasarán el resto de su vida juntos, amándose.

I

–  Hola

–  Hola


– ¿Puedo sentarme?

–  Sí claro, adelante


–  Mi nombre es María

–  José

II

 –   ¿Qué lees?

–    La vida de María

III

      José... ¿crees en el destino?

 

Y así es como llegamos nuevamente con María, desenrollando el carrete de hilo blanco por toda la ciudad, evitando cruzar avenidas en las que suelen haber embotellamientos y charcos. Mientras camina, María imagina a José llegando al final del hilo blanco, sonriente, y ella esperándolo ahí, dispuesta a entregarle su vida. María, que nunca se había enamorado cree estarlo haciendo mientras desenrolla el hilo blanco.

Lo que María no supone, es que por la mañana, antes de que José llegue al punto de reunión, pasará a comprar una flor para ella, y al sacar el dinero de su bolsillo se le caerá la nota en la que está escrito el punto de reunión, José al darse cuenta, rápidamente se agachará a recogerla, pero un hombre que carga cajas en su hombro, no se dará cuenta y caerá sobre el. Las cajas que llevan botes de pintura, caerán sobre la ropa de José que terminará coloridamente sucia, así que José volverá a su casa para cambiarse y mientras lo hace sonará el teléfono, será su padre. Su madre ha muerto envenenada. José tendrá que partir inmediatamente al otro extremo del país sin poder avisarle a María.

María esperará toda la mañana y parte de la tarde al final del hilo blanco, cuando esté convencida de que José no llegará, seguirá de regreso todo el camino que traza el hilo blanco, para mirar si había ocurrido algún desperfecto, aún tendrá esperanzas de encontrar a José al final del hilo blanco, otro final, ya que habría muchas probabilidades de que accidentalmente alguien cortara el hilo blanco, creando así mas finales.

María caminará hasta ya entrada la noche por la ciudad, siguiendo el hilo blanco que aún se encontrará unido, sin ningún final alternativo. María llegará al punto de reunión y ahí seguirá el inicio. El inicio del hilo, de la historia, del amor y de su vida.

María triste volverá a casa, a prepararse un té y a mirar televisión, las noticias quizá.

José, que no podrá sacarse de la cabeza el haber preferido a una muerta que a una viva, regresará y buscará a María por toda la ciudad.

Pero María pronto lo habrá olvidado.